Confesiones epistolares

El hábito de escribir cartas, en el fluir de sus acontecimientos, bien puede asimilarse, en algunos casos, a una novela por entregas. Desde historias de amor que hayan surgido de puño y letra, a relatos de exilio y desencuentros. Idas y vueltas de ánimos y sentimientos, de saludos y de novedades. Tramas nostálgicas a partir de una práctica oxidada, actualmente olvidada por el embate del progreso. La pluma llora palabras, describe emociones, deja huellas. Mientras escribe, el dolor se atenúa, el entusiasmo crece. La pluma recorre el papel y documenta un instante, para siempre. Bajo la consigna “Cartas de papel: ¿una especie en extinción?”, lanacion.com convocó a sus lectores a contar sus experiencias epistolares. Aquí, algunas de ellas.


Amor en alta mar “Fue durante unas vacaciones, en un barco. Catalina y Giuliano charlaron por horas y se amaron los quince días que duró la travesía hasta el primer puerto donde ella se bajó. Intercambiaron direcciones. Las cartas iban y venían. Fluía en el papel un vaivén incesante. El romance epistolar se extendió durante cuatro años. La caja envuelta en satén creció y se desbordó de sobres. Hoy está guardada debajo de la escalera de mi casa.” (Natalia Brandi)

El valor del manuscrito.“Me escribo periódicamente con mi amiga argentina que vive en Austria más allá de los e-mails semanales. Nos enviamos cartas porque llegan de sorpresa. El valor de la carta para mi es importantísimo, nos expresamos cómo nos sentimos, qué nos pasa, las alegrías, las penas, todo, porque el papel queda... En la carta veo sus caligrafía, con qué énfasis me escribió y espero algún día mostrárselas a mis nietos.” (Paola Pérez)

Un encuentro para toda la vida. “Yo vivía en Tucumán. Mi actual esposa vivía en Catamarca, pero por entonces estaba de novia con mi primo hermano. Sin esperarlo ni desearlo, ellos se pelearon tras una discusión que nació a partir del hipotético caso de tener un hijo especial, deficiente. Ante tal circunstancia comenzó un epistolario, en el que yo escribía los domingos, despachaba los lunes y llegaban puntualmente los miércoles; mi esposa contestaba los jueves y llegaban el sábado. Así, ininterrumpidamente fuimos enlazándonos desde octubre del 83 hasta junio del 84, cuando nos dijimos que nos amábamos. Desde entonces estamos juntos.”(Ernesto Gil Deza)

Un recuerdo eterno. “En enero de 1986, mi novia de por entonces, Andrea, viajó por dos meses a Israel. Yo tenía 23 años y ella 19. Nos intercambiamos cartas, pero luego la vida nos separó, aunque yo nunca tiré ni quemé sus hermosos escritos. Hace unos meses, 23 años después, ambos ya casados y con hijos, me reencontré con ella vía e-mail.”(Hernán Kievsky)

Ser papá por carta. “Por carta le avise a mi marido que iba a ser papá. El estaba a más de 2000 kilómetros de distancia, en Colonia Sarmiento, en Chubut, al límite con Santa Cruz. En ese momento, para comunicarse telefónicamente las demoras podían llegar a ser de 29 horas. ¡Qué distinto es todo ahora!”(Silvia Calvete)



Ilustración: Almeida

1 comentario:

  1. Felicitaciones por el Blog! Dese una vueltita por el mio, tal evz puede encontrar algo interesante...

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